MÉXICO. Le llaman “el Jefe” y al parecer es mexicano; ha sido avistado recientemente en Estados Unidos aunque se cree que cruza sigilosamente la frontera a su antojo. Pero no es un “bad hombre”, sino un jaguar que simboliza el riesgo que para los frágiles ecosistemas fronterizos plantea el muro de Donald Trump.
Este ejemplar, bautizado por estudiantes de una escuela en un concurso, es el único jaguar del que actualmente se tiene registro en EE.UU., donde esta especie (Panthera onca) se enseñoreó de amplias porciones de los estados de Arizona, Nuevo México y Texas hasta fines del siglo XIX.
Pero rancheros y agricultores que colonizaron el oeste de Estados Unidos cazaron al felino más grande de América (y tercero del mundo después del tigre y el león) hasta su virtual extinción.
Apenas unos pocos han sido vistos de cuando en cuando, el último de ellos “el Jefe”, que se distingue por una roseta en forma de corazón en su lado derecho y otra con forma de signo de interrogación en el izquierdo.
Fue avistado por primera vez en 2011 en la zona serrana al sur de Tucson, Arizona, y desde entonces ha sido fotografiado en múltiples ocasiones con cámaras trampa colocadas en sus dominios.
En febrero de 2016 fue captado en video por el Centro para la Diversidad Biológica, una organización no gubernamental con sede en Tucson.
Científicos consideran que “el Jefe”, como sus ocasionales predecesores, llegó de una población en el norte del estado mexicano de Sonora, fronterizo con EE.UU. “Se sabe a través de rastreadores GPS y de trampas fotográficas”, explicó a Efe Alejandro Olivera, representante del Centro para la Diversidad Biológica en México.
Precisó que a este animal en particular no se le ha colocado un rastreador, “pero se han tenido registros de otros jaguares y se sabe su comportamiento y que hacen este tipo de patrón migratorio”.
“Principalmente migran al norte en busca de alimento cuando son jóvenes, y regresan a México para buscar pareja”, abundó este biólogo, especialista en uso, manejo y preservación de los recursos naturales.
Pero la situación de la población de Sonora es precaria, lo que pone en entredicho las perspectivas de un resurgimiento del jaguar en la región.
“Son animales que están en la legislación mexicana clasificados como especie en peligro de extinción. Su principal amenaza ha sido tanto la pérdida de hábitat como la caza furtiva”, señaló Olivera, quien destacó la importancia ecológica de los jaguares como “depredadores tope dentro de la red trófica (alimentaria)”.
Sin embargo, “el Jefe” enfrenta una nueva amenaza: la construcción de un muro a lo largo de la frontera común, que le impedirá recorrer su hábitat y extender su población a lo que alguna vez fue.
El especialista indicó que la ampliación y reforzamiento de la barrera no solo tendría consecuencias sociales y económicas, sino que impediría el paso de muchas especies en peligro de extinción entre ambas naciones.
Refirió que entre los estados mexicanos de Sonora y Chihuahua y los estadounidenses Arizona y Nuevo México existe un lugar conocido como Islas del Cielo, una serie de montañas que corren desde la Sierra Madre Occidental hasta el Gran Cañón del Colorado.
Las montañas alcanzan altitud suficiente convirtiéndose en “islas” con bosques rodeados por ambientes diversos, características perfectas para albergar una gran biodiversidad.
Este archipiélago terrestre donde vive “el Jefe” es hábitat de más de 7.000 especies de plantas y animales, incluyendo a más de la mitad de las aves de Norteamérica y mamíferos como coyotes, osos negros, coatíes, berrendos, linces, jabalíes, perros de la pradera y lobos.
Allí nacen el río Sonora y el San Pedro, que es el único que se origina en México y corre hacia el norte por más de 200 kilómetros hacia Estados Unidos.
“Es por ello que construir una barrera física impermeable dividiría tajantemente a las Islas del Cielo, impidiendo no solo el paso de la fauna, sino del agua”, destacó Olivera.
De acuerdo con el experto, México y Estados Unidos no deben esperar a que se materialice un muro que cubra toda la frontera, ya que existen acciones que solo dependen de voluntad política para proteger esta región.
Concretamente, dijo que en México existe una iniciativa consistente en el fortalecimiento de un área protegida conocida como Ajos-Bavispe, en Sonora.
Ajos-Bavispe fue declarada en 1938 Reserva Nacional Forestal y Refugio de Fauna Silvestre, pero se requiere un nuevo decreto que la designe Área de Protección de Flora y Fauna, que proporcionaría elementos legales y técnicos para su protección.
La necesidad de actualizar esta área ya fue suscrita por más de 40 organizaciones de ambos países, apuntó Olivera, y señaló que “las especies no reconocen fronteras o conflictos políticos, no necesitan pasaporte, y han transitado libremente antes de las divisiones”.
“Ahora, las que sobreviven y cuyas poblaciones se han visto reducidas, enfrentan una nueva amenaza: un muro cuya construcción implicaría un par de años, pero cambiará radicalmente lo que la naturaleza ha permitido durante millones de años”, puntualizó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario